Jugar fútbol americano es un rito de paso para muchos jóvenes estadounidenses. En algunos estados, como Texas, es una forma de vida. Practicar deportes en la escuela enseña colaboración, disciplina y estrategia, pero ¿hay algo más peligroso detrás de los entrenamientos y las porras escolares?
En 2015, cinco jugadores de fútbol americano de preparatoria murieron tras sufrir lesiones en el campo. Entre 2005 y 2014, 92 estudiantes de secundaria fallecieron por causas asociadas con el deporte. Cuando los noticieros y médicos advierten a los padres sobre los riesgos de deportes de contacto como el fútbol, no están exagerando. Las lesiones en la cabeza, el calor extremo y otros traumas representan una amenaza real.
Con nuevas investigaciones sobre lesiones cerebrales, muchos padres están reconociendo la relación entre los deportes de contacto y las consecuencias a la salud. Algunos equipos incluso usan sensores en los cascos para monitorear impactos en la cabeza, lo que evidencia la magnitud del problema. Las estadísticas del CDC muestran datos alarmantes:
En Alto, Texas, durante un partido en el otoño de 2015, Cam’ron Matthews colapsó en el campo. Reportes indican que se sintió mareado antes del medio tiempo. Fue transportado en helicóptero a un hospital en Tyler, pero no sobrevivió. Su muerte conmovió a muchos padres en el estado.
Los jugadores que fallecen pueden haber sufrido lesiones directas en el juego o por causas indirectas. Además de traumatismos craneales, también se han reportado muertes por problemas cardíacos, golpes de calor o deshidratación. Muchos entrenadores exigen un gran esfuerzo en prácticas y partidos, y algunos jugadores pueden sentirse incapaces de expresar cómo se sienten. Otros disfrutan tanto del juego que no quieren detenerse.
Los que no sufren lesiones mortales pueden acumular daños cerebrales no diagnosticados con el paso del tiempo. Un estudio de la Academia Estadounidense de Neurología relacionó el fútbol juvenil con problemas de memoria, atención y pensamiento en adultos. Incluso si un niño no presenta problemas inmediatos, puede estar en riesgo de desarrollar disfunciones neurológicas más adelante.
Aunque muchos estudios son preliminares, sí existe un vínculo entre el fútbol americano y mayores riesgos de salud. Al final, cada padre debe decidir si permite que su hijo juegue fútbol con contacto. Si decides permitirlo, puedes reducir el riesgo con medidas comprobadas:
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